Difícilmente encontrarás a alguien que no sufre con ese miedo o que por lo menos no sufrió a lo largo de la infancia. El miedo a la inyección es uno de los grandes temores de las personas, principalmente de los niños y la hora que necesita es un momento de gran desesperación. Aquella aguja finita causa pánico y temblores en muchas personas, que llegan a pasar mal a la hora de recibir una medicación inyectable, una vacuna o incluso para sacar sangre. Desafortunadamente es un mal necesario y no siempre puede tener otra solución para sustituir.

Bebé tomando la vacuna

La inyección se utiliza para introducir líquidos y medicamentos en el cuerpo de forma intravenosa o intramuscular. La inyección intravenosa es cuando el procedimiento se realiza con la administración de medicamentos directamente en las venas que se encuentran en los miembros superiores o inferiores, contando con la agilidad de entrar directamente en el torrente sanguíneo alcanzando mejor eficacia. La inyección intramuscular, es la que se realiza directamente dentro de un músculo. Normalmente se utiliza en el área glútea o en la región de los muslos en el caso de los bebés.

Lo que pocos saben es que la aguja en sí no duele, sino la profundidad en que se aplica y cuál es la sustancia utilizada en esa inyección. Hoy en día podemos contar con la modernidad y con una variedad de calibres de aguja, donde va de la más fina casi imperceptible como un hilo de pelo hasta las más gruesas que casi no se utilizan actualmente.

Niños con Miedo de Inyección - Cómo Ayudar?

El miedo a la inyección de los niños causa desesperación en los padres también, eso cuando los propios padres tienen miedo y pasan aún más inseguridad para los hijos. Cuando escucha que tendrá una campaña de vacunación y no será gota, el cuerpo se estremece. El día de la vacunación o cuando necesita tomar una inyección a causa de alguna infección o algún problema de salud, es una verdadera desesperación.

Muy llorando, grito y intentos de fuga incansables ocurren dejando a todo el mundo estresado y empeorando aún más la situación, que debería ser muy rápida. la nerviosismo de los padres que acaba ocasionando aún más traumas en el niño que ya está aterrorizada con la situación. Desafortunadamente no hay método que acabe de vez con el miedo a la inyección, pero hay formas de tranquilizar al niño aclarando sobre cómo funciona y porque necesita tomar. La tan temida picadita puede comenzar a ser enfrentada de forma valiente y después de la primera vez ver que ni tenía tantos motivos para tanto miedo como pensaba.

La mayoría de las personas que sufren de depresión, depresión, de ansiedad, de ansiedad, de ansiedad, de ansiedad, de ansiedad, de ansiedad. Cuando la inyección ocurre en un momento de tranquilidad y calma, con el cuerpo relajado el incomodidad de la picadura se vuelve casi imperceptible.

Para casos más específicos donde el niño tiene verdadero temor por la inyección y es imposible encarar, una buena conversación con el pediatra puede ser la solución. En algunos casos, uso de anestésico es indicado para así aliviar el incomodo de la picadita, que ni tanto tanto, sino causa aflicción y miedo en tanta gente, principalmente en los pequeños. Una pequeña capa de anestésico tópico pasado sobre la región donde la inyección será aplicada será suficiente para que el niño no sienta exactamente nada.

Para los niños que pasan mal y sienten sensación de desmayo sólo de entrar en el hospital o laboratorio, una forma de relajarse es posicionarlos de forma cómoda. Algunos sitios ofrecen sillas, sillones o incluso camillas donde pueda acomodar este tipo de paciente.

Otros consejos valiosos para no hacer el momento de la inyección aún más traumática, es decir el niño para no quedarse mirando y sí girar a otro lado. Converse, piensa en otra cosa y se distrae, es la mejor manera de recibir la inyección sin estar esperando y suceder y terminar más rápido. Si quieres cante, cuenta hasta diez o simplemente cierra los ojos e intenta recordar al pequeño que durará sólo unos segundos y luego ya estarán en casa.

El miedo es algo inevitable y el miedo a la inyección no será el único que tiene que enfrentarse ni el mayor. Miedo de oscuridad, de trueno, de perro o incluso de aquel personaje infantil, del payaso y de Papá Noel, son tantos miedos que el niño tendrá que enfrentar en su vida. Y aun cuando crezcan y sean padres, aún sí tendrán miedos. Diferentes de los de la infancia, pero aún los tendrán. Si aprenden a lidiar con esos temores cuando pequeños, sabrán también tratar cuando los adultos y cuando estén a la vez de ellos de calmar a sus hijos, sabrán exactamente cómo actuar.

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Fotos: jacco de boer, Ashley Ringrose