La fiebre es el principal síntoma o reacción del cuerpo cuando algo está mal en el organismo. Esto porque el cuerpo humano está totalmente controlado por una especie de "termómetro" llamado hipotálamo que controla la temperatura del cuerpo manteniendo los órganos internos alrededor de 37 grados. Cuando algún agente invade el organismo o alguna enfermedad ataca, el hipotálamo eleva automáticamente la temperatura corporal indicando que ésta no está dentro de la normalidad. Cuando esta temperatura se eleva demasiado puede ocurrir a la convulsión febril, principalmente en los menores entre 6 meses y los 5 años de edad.

La temperatura considerada normal del cuerpo varía entre 36 y 36,7 C y suele ser más baja en los períodos de la mañana y la tarde se eleva rápidamente en el período nocturno. Considerando que es una fiebre o estado febril cuando la temperatura alcanza de 37,3 a 37,8 C. Por encima de 37,8 C ya se considera fiebre, y la única forma de confirmar la temperatura es a través de un termómetro de preferencia digital que son más precisos. La forma más adecuada de medir la temperatura es a través de los pliegues de la axila y debe permanecer hasta indicar el período de 5 minutos completos.

Cuando esta función central de temperatura del cuerpo no logra controlar la temperatura adecuada y ésta se eleva rápidamente ocurre a la convulsión febril en niños. Incluso siendo informado por los pediatras que se trata de algo benigno es una escena asustadora para cualquier madre, ya que durante el momento de la convulsión el niño presenta una intensa rigidez muscular, pérdida de conciencia, ojos que se han visto y algunas pueden presentar labios y puntas de los dedos morados. Una crisis dura en promedio segundos hasta 5 minutos y después de la convulsión el niño acostumbra a quedarse más abatida, somnolienta y con respiración pesada. Desafortunadamente no es posible predecir cuando la convulsión febril en niños va a ocurrir, pero a través del control de la temperatura corporal es posible disminuir las posibilidades de lo ocurrido.

Qué hacer durante y después de la convulsión febril?

Al constatar la fiebre en los niños se indica el uso de antitérmicos para controlar la temperatura. Sin embargo, en algunos casos ni el medicamento es capaz de reducir la elevación rápida de la fiebre, lo que puede ser necesario otros métodos para ayudar a reducir la temperatura de forma más rápida, como baños tibios o compresas en la frente y troncos con agua tibia a fría. Si incluso con todas las medidas tomadas a la fiebre no bajar se recomienda que una pronta atención sea buscada.

Son en esos casos extremos que la convulsión febril en niños ocurre y en la desesperación de ver a su hijo se contorsiona, los padres no saben qué hacer. El primer paso es tratar de calmarse, la crisis durará unos minutos solamente y usted deberá sostener a su hijo para que no se lastime durante la convulsión. Retire completamente la ropa del niño y apoye su cabeza en un cojín cómodo y gírela de lado para que cualquier secreción o saliva que salga de su boca no obstaculice la respiración. Aleje del niño objetos y muebles que puedan herir durante la crisis y mantenga el local ventilado.

No es necesario sostener la lengua del niño como los antiguos decían solamente si asegura que ella no se lastimar a su alrededor mientras se haya debatido. Sólo después de la crisis y el niño se ha vuelto a sí, es indicado que sea dado el antitérmico. Durante la crisis no ofrecen medicamentos, ya que pueden ser aspirados por el pulmón, agravando el caso. Si es posible marque el tiempo de duración de la convulsión febril junto a la temperatura que el cuerpo llegó, ya que será una información valiosa para el pediatra analizar el cuadro y la gravedad.

Después de pasar la convulsión febril es normal que el niño esté visiblemente abatida y muy somnolienta. Llame inmediatamente al pediatra o busque la pronta atención para exámenes médicos más detallados que encontrarán la razón de la fiebre alta y consecuentemente la convulsión. El tratamiento de la causa es la mejor forma de combatir y de evitar que lo ocurrido se repita. Normalmente los exámenes solicitados para la investigación son exámenes de sangre, orina o examen de licor para descartar la meningitis. Si el médico ve la necesidad. Pero tenga en cuenta que es prácticamente mínima la posibilidad de que el niño tenga alguna lesión cerebral o deficiencia en el desarrollo debido a una convulsión febril. Otro gran mito es que los niños que tienen convulsiones se vuelven epilépticos, esa es una probabilidad mínima de casi el 1%.

Ver también: ¿Por qué ocurre fiebre en el niño?

Fotos: smengelsrud, tatlin