Ya había pasado 7 años del nacimiento de mi primera hija, Mel. Pero todos los miedos y traumas generados debido al parto de ella estaban muy vivos y actuales en mí. Ya no pensaba más en tener hijos no por el deseo de ser madre nuevamente, sino porque yo no estaba dispuesta a pasar por esa pesadilla nuevamente. Pero la propia Mel empezó a cuestionar el por qué ella no tenía hermanos y, a través de peticiones casi incansables y diarias, ella me pedía que me embarazara. Confieso que rehuse y muchas veces respondí que ella no tendría hermanos, que sería la única princesa de la casa!

Pero esa petición fue plantada como una semilla en mi corazón y algo empezó a moverse conmigo. Comencé a mirar a las embarazadas que me rodeaba y parecía que todos los lugares que yo entraba el asunto era el mismo, gestación!

En esta época ya estaba trabajando en casa, pues había adaptado mi trabajo para casa de casa para poder cuidar de la miel con tranquilidad. Entonces la idea de tener un nuevo bebé no sería tan malo así y daría para dar cuenta incluso trabajando. En una conversación con el marido sobre el tema, él inmediatamente respondió que sería legal tener un nuevo bebé. Confieso que me asusté!

¡Tomaba el AC ya a 7 años sin pausa y ese día decidimos, juntos que yo iba a parar! Pensé en marcar una consulta con el ginecólogo, pero estaba muy atareada aquella semana, decidí aplazar incluso sin tomar el anticonceptivo. Siempre he escuchado de la dificultad de las mujeres que tomaron por mucho tiempo el AC de quedar embarazada, que hasta que el remedio salga del organismo tardaría algún tiempo, pero para nuestra sorpresa nuestro positivo estaba con mucha prisa. Dos semanas después fui al centro de SP de metro para resolver algunas cosas y en la vuelta me sentí muy mal, era un mal estar extraño y acompañado de un deseo de comer barbacoa griego incontrolable (nunca conseguí comer rs) que me colocó varias pulgas detrás de ella oreja. Sin embargo, yo no estaba atrasada todavía y faltaba casi 10 días para bajar aún!

No llevo el malestar en serio, pensé que era algo normal, del calor y del metro. Pero al pasar de los días el mareo sólo aumentaba, ya no conseguía alimentarme derecho y decidí hacer un examen de farmacia. Compré la noche y decidí hacer al día siguiente con la primera orina del día, pero me pareció muy difícil estar embarazada. Al principio fui al baño e hice la prueba, que para mi desesperación apareció la segunda línea casi imperceptible. No era posible, había dado la prueba incorrecta!! La línea apareció, pero era muy clara, no podía entender el resultado!!

La desesperación era tanto que llegué a llamar en el fabricante de la prueba e informé de lo que había sucedido. El técnico que me atendió fue súper gentil y respondió claramente, se dio una línea aunque muy clara usted esta embarazada! Felicitaciones Mamá! Mi primer enhorabuena fue al teléfono por el técnico del laboratorio de pruebas de farmacias kkkk

Le llamé a su marido y le di la noticia, él creyó que estaba equivocado y le pidió que fuera al laboratorio para hacer el examen de sangre. ¡Fui inmediatamente! El examen tardó unos minutos y luego salió, MI POSITIVO! Yo era fumador y mi paquete de cigarrillo fue arrojado a la basura del laboratorio mismo, después de todo, yo iba a ser mamá nuevamente!

El embarazo corrió tranquilo, todo parecía un sueño hermoso! Me gané poco peso y me sentía la mujer más bella y especial del mundo. A cada examen y consulta de prenatal oía que todo estaba bien. Sólo que mi sueño duró hasta el 8º mes de la gestación cuando fui encaminada por la GO a hacer un ultrasonido de rutina.

Durante el procedimiento, el médico informó que yo debía buscar la maternidad inmediatamente, pues mi bebé estaba en sufrimiento fetal y no tenía nada de líquido. Además, estaba muy pequeña para la edad gestacional. Me quedé aterrorizada y de la clínica me dirigí inmediatamente al consultorio de mi obstetra que al mirar el examen no pensó dos veces y, se realizó el encaminamiento de parto de emergencia. Ya habíamos conversado sobre el parto y como mi convenio no cubría el parto con ella yo no pagaría, estaba decidido el parto con plantonista. Ella sin decir muchas palabras, sólo mandó ir en ese momento al hospital que necesitaba tomar a mi bebé.

No podía dejar de llorar, mi sueño se estaba desmoronando. Llegué a la maternidad Asunción, donde ya había visitado y escogido para hacer mi parto. La medica plantonista me recibió inmediatamente, miró los exámenes y luego me examinó. Se encontró la situación extraña, pues en el examen físico mi líquido parecía estar normal. ¡Repetieron el ultrasonido en la maternidad y para nuestra sorpresa el laudo informaba todo al revés! El bebé estaba enorme, tenía mucho líquido y estaba bien! La medica plantonista se negó a quitarla afirmando que correría más peligro aquí fuera, que dentro de mi barriga!

¿En quién confiar? ¿En quién creer? En la medica que me acompañó la gestación toda o aquella que estaba conociendo en aquel segundo? Salimos desconcertados de la maternidad, pero mi corazón no estaba tranquilo, necesitaba escuchar otra opinión. En la segunda opción de la lista de elecciones y allí fuimos atendidos por otra medica plantonista que verificó los exámenes, me examinó y nuevamente pidió un nuevo ultrasonido.

El tercer ultrasonido dio exactamente como el segundo, mi bebé estaba bien !! Pero mi corazón no se tranquilizó, al final el primer laudo fue dado por la clínica que hice todos los exámenes del embarazo y que confiaba plenamente y fue dirigido por mi obstetra que confiaba demasiado. Volvemos a casa, pero al día siguiente volví a la maternidad Asunción que para mi suerte era la misma plantonista! Ella vio mi desesperación, mi miedo, mi pavor de algo suceder con mi bebé en mis ojos y por Dios ella se colocó en mi lugar. Pidió que me calmara incluso sabiendo que era medio imposible en aquel momento e hizo algo no muy común para una plantonista.

Tomó un calendario y en un papel anotó todos los días de su turno hasta que cumpliera las 40 semanas de gestación. En este día yo todavía estaba con 35 semanas y aún tenía suelo para llegar hasta allí, pero ella viendo que no podía más tener el acompañamiento de mi obstetra y desesperada como estaba, sugirió dar continuidad a mi prenatal. Ya estando allí dentro de la maternidad y más fácil para hacer exámenes en la hora y cualquier cosa que ya vaya a la sala de parto. Así seguimos y yo iba hasta la maternidad cada 2 o 3 días, sólo para ella examinarme, hacer cardiotoco y ver que estaba todo bien con la bebé. Era un maratón cansado, mi marido exhausto llegaba del trabajo y aún tenía que llevarme, pero todo para estar seguro de que nuestra bebezinha estaba bien.

Nuestra última consulta tuvo lugar con 38 semanas y 6 días, ya tenía dos dedos de dilatación y ya sentía muchas contracciones de entrenamiento, decidió dar una "ayuda" despegar mi placenta para acelerar el trabajo de parto. Ya no podía dormir derecho por la ansiedad, el cansancio y los dolores en la espalda, pero tenía conciencia de que estaba llegando la hora. Si pasaron 4 días y las contracciones estaban aumentando, ese día yo estaba con 39 semanas y 3 días no me sentía muy bien, un malestar, un dolor intenso en la espalda, no conseguí levantarme temprano y el marido antes de trabajar colocó una bolsa de agua caliente en mi espalda.

Me levanté alrededor de las 10hs y pedí que mi hija mayor llamara la ducha y colocara un taburete para que me sentía, ya que los dolores eran tan fuertes que no podía ponerse de pie. Así que me quedé alrededor de 1 hora y media, sentada en la ducha. Comencé a contar y las contracciones ya estaban ritmadas, pero todavía estaban muy espaciadas, pero yo ya no podía quedarme allí, sola con la miel que sólo tenía 7 años. Pedí que ella se unir a su padre y que viniera para llevarme, y en torno a 15 minutos el marido llegó y ya fuimos. Dejé la miel en la casa de la abuela y seguimos para la maternidad!

La obstetra plantonista no era la que me estaba acompañando, pero fue constatado que estaba en trabajo de parto activo. Hicieron mi internación y dejé claro mi deseo por el parto normal, aun siendo traumatizada con el asunto. Pero no quería en ninguna hipótesis que me pusieran "en el sorinho", pues recordaba el estrago de la ocitocina en el parto de la miel. Las horas fueron pasando, en la sala de pre-parto otras mujeres iban llegando, una de ellas dio la luz a mi lado y asistió todo rs.

Ya se habían pasado 4 horas, el dolor era intenso y ya no podía ni quedarse acostado. Caminaba de un lado a otro, se bañaba y volvía a caminar. La medica plantonista que me acompañaba entró en su turno para mi alegría y allí desistiendo del parto normal, estaba demasiado cansada y al examinarme todavía estaba con sólo 4 dedos dilatada. Si ya sentía tantos dolores con 4 dedos, mi Dios, no iba a aguantar pasar por aquella pesadilla todo de nuevo! Decidí entonces, por la cesárea!

Sala preparada, me encaminaron tranquilamente y el marido ya estaba en la puerta para entrar. Yo tenía mucho miedo de la anestesia y el anestesista cariñoso le pidió que lo abrasara y en este momento fue aplicado, no sentía absolutamente nada! Fue todo muy rápido, la medica conversaba conmigo tranquilizándome y sólo pedía que yo no hablara mucho. En pocos minutos sentí una de las mejores sensaciones de la vida, el llanto de mi bebé. Que no se sienten como si estuvieran en el lugar de la muerte.!

Mi Lunna nació pesando 3.280 con 49 cm de parto cesárea! ¡Quería mucho haber tenido el parto normal, pero conociendo mis límites y respetando mis traumas trajo a mi hija al mundo de la forma que conseguí y fue hermoso! Hoy soy la madre más feliz y celebrada del mundo, tengo dos princesas lindas y experimenté y realicé los deseos de mi corazón. Mis sueños se concretaron con el nacimiento de ellas!

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Fotos: Acervo Personal TF