Nacimiento de la Melissa - Priscila Fontes Rocha
embarazoTodo comenzó el viernes. Yo estaba con 39 semanas y 2 días de gestación, super ansiosa por la llegada de mi tan esperado bebé, la pequeña Melissa. Durante la consulta de prenatal, comento con la GO que había notado que mi barriga había disminuido y que yo podía sentir muy bien el corpullo de la bebé (codo, piernas, bumbum). Entonces la GO con toda la calma de siempre, continuó la consulta. Verificó el cuello y no señales de que Melissa quería llegar, colo alto, sin dilatación alguna. Oyó los latidos, hizo la medición con la cinta y diferentemente de las otras consultas, esta vez ella palpó MUY mi barriga.
Se movió allí, se movió hacia aquí y entonces me dijo que existía la posibilidad de estar con el líquido amniótico disminuido. Para verificar, yo debería hacer una ecografía. Como ya estaba con casi 40 semanas y la posibilidad de líquido disminuido, ella creía prudente dejar marcada una fecha en la maternidad para inducción o cesárea. Como toda embarazada al final de la gestación, ya estaba ansiosa y cansada. Estaba también con miedo de estar esperando y, por lo tanto, estaba de acuerdo. Aunque haya pasado toda la gestación preparándome para un parto normal, de aquellos que la bolsa estalla, usted va al hospital y empuja al bebé y entonces, nace y listo!
Teníamos una fecha marcada en la maternidad, el próximo miércoles. ¡Mi tan soñada bebé iba a llegar! Comimos una pizza para celebrar y fui a dormir sabiendo que en pocos días mi sueño sería interrumpido varias veces por un chorinho de bebé rs. No era ese el plan de Dios ...
¿Qué es hoy??
Algunas horas después de acostarme, de acuerdo con un dolor horrible en la barriga. Sensación de malestar y luego fui culpando a la pobre pizza. Diarrea, vómito y mucho frío que llegué a temblar. Pasé muy mal por unas horas, todo lo que comía volvía y empecé a preocuparse por la historia de estar deshidratada. Me acordé de la posibilidad de estar con poco líquido y avisé a mi médica que había pasado mal. Entonces ella pidió que yo fuera a la maternidad para tomar suero y quedar más hidratada. Hasta entonces ni pensé en la posibilidad de estar iniciando el trabajo de parto, la noche de reina (en el trono) era culpa de la pizza.
Nacimiento de Melissa
Poco antes de salir a la maternidad, noto que mi tampón había salido y fue ahí entonces que empecé a pensar que tal vez la miel estuviera queriendo nacer. ¡Resolví mirar las señales que mi cuerpo estaba dando y fue papa! El dolor venía de la espalda hacia adelante y con ella la barriga se endurecía. Resolví entonces marcar la frecuencia y los dolores no tenían mucho ritmo. Diez minutos, cuatro minutos, media hora, cinco minutos ... Concluí que eran contracciones de entrenamiento por estar deshidratada y seguimos hacia la maternidad. Es gracioso que la gente espera por un momento por 9 meses y cuando realmente llega, tenemos dificultad en dejar caer la ficha y aceptar que ha llegado la hora, no?
(...) Pasé por el tamizaje para definir la urgencia de mi caso, dije que estaba allí porque había tenido vómito y diarrea y mi médica indicó tomar suero (SÍ !, no empecé de las contracciones, de los dolores ni del tampón). La enfermera entonces definió que mi caso no era urgente. Siento y esperé, esperé, esperé, empecé a notar que todo el mundo que llegaba pasaba delante de mí. Los dolores apretados y yo ya no podía esperar sentado, necesitaba caminar por la sala de espera. Estaba muriendo de miedo a tener una crisis de diarrea y necesitar usar el baño de la sala de espera del hospital, ¡qué vergüenza! Después de HORAS, muchas horas de espera, finalmente fui atendida por dos GOs del turno. He explicado lo ocurrido y también he informado sobre las contracciones, hicieron el toque y constataron que estaba con un dedo de dilatación. Después del toque la médica dijo que podría sangrar un poquito, pero que si sangrarse de la menstruación, no sería normal. Ellas prescribieron el suero, según pedido de mi médico y pidieron también una cardiotocografía. Salí de la sala de consulta y fui directo a la sala de medicación, donde colocaron el suero para bajar y realizaron el examen.
Sólo para situarlos, yo había llegado en el socorro alrededor de medio día, y recibí el suero alrededor de las 17h y esperé de nuevo para el regreso y más té de silla! En ese tiempo fui al baño y tuve un susto. Estaba perdiendo sangre, no era poquito. En el regreso, había cambiado de turno y esta vez un médico serio me atendió. Él miró el resultado de la cardiotocografía, verificó mi sangrado, hizo el tacto nuevamente y me encaminó hacia una ecografía. Según él "sólo para comprobar" y no entró en detalles, pero a partir de ahí la atención fue vapt-vupt.
Hice la ultrasonografía y en minutos ya estaba nuevamente en la sala del médico serio, que llamó a mi médico y habló varios términos médicos que yo no entendía. Y entonces mi médica quiso hablar conmigo por teléfono y jugó la novedad: la miel tendría que nacer y no era prudente esperar, "Necesitamos resolver hoy", dijo. ¡Quería tener un espejo para ver el color de mi cara en aquel momento! Al apagar el teléfono surgió una enfermera que parecía ya saber de todo y empezó a darme órdenes para quitar los pendientes, quitar toda la ropa y despedirme del marido. Fue ahí donde lloré y finalmente entendí que de hecho, había llegado el momento. En pocas horas vería el rostinho que había soñado toda la vida.
En el caso de que se trate de un antibiótico antes de que el procedimiento, debido al estreptococo B positivo, me colocé esa ropa de cirugía y fui encaminada a recibir un antibiótico antes del procedimiento. Mi marido fue encaminado para firmar la documentación de internación. Después de eso fue cuestión de horas, subí al centro quirúrgico y mi médico que ya había llegado allí, estaba todo paramentada. La anestesista me explicó cómo sería la anestesia, una enfermera obstetra quiso comprobar los latidos de la Melissa (y yo ni supe porque) y de repente allí estaba yo, en la mesa de cirugía.
El Parto
La anestesia que recibí fue la raquídea. Tuve que estar sentada con las piernas cruzadas y una enfermera abrazó mi cuello y lo forzó hacia el pecho, mientras la anestesista pasaba un líquido helado en mi espalda. Después de eso, fue sólo la picadita y luego ya sentí el líquido caliente anestesiando la parte inferior de mi cuerpo. En pocos minutos ya estaba "abierta" y mi marido fue invitado a entrar en la sala, pues, estaba todo listo para que la miel nacer y así fue. A los 15 minutos del día 15 de marzo de 2015, llegó mi pequeñita, pesando 2,805kg y midiendo 46cm. No hay palabras que puedan describir las emociones que sentí en aquel momento.
Relato de Parto
Una mezcla de alegría, con alivio, gratitud a Dios y mucha responsabilidad. Pude quedarme unos minutos con mi hija cerca de mí y luego fui encaminada a la sala de recuperación, donde me quedé por aproximadamente una hora y media. Allí había algunas otras mujeres y era una sala grande y oscura. En el momento en que una enfermera pasaba preguntando si estaba todo bien y si ya podía sentir mis piernas (me sale de la sala de cirugía ya consiguiendo mover las piernas). Durante el tiempo que me quedé en la sala de recuperación, la bebé fue evaluada por el pediatra y así que fui encaminada a la habitación, donde mi marido me aguardaba. También liberaron a Melissa y alrededor de las 3 de la mañana, tuvimos nuestro primer momento a solas como familia, y ese fue sólo el comienzo de una nueva vida.
Al día siguiente, pregunté a mi médico sobre lo que había ocurrido exactamente para la urgencia, ella indicó que el cardiotoco indicó contracciones de trabajo de parto y taquicardia fetal, los latidos de la miel estaban inestables y la ultrasonografía confirmó líquido amniótico disminuido (oligoamnio). Dejo abajo el vídeo de relato de parto y también clips de mi parto, para quien quiera tener un visual de cómo fue. Y esa fue mi historia, cuando pensábamos que teníamos todo planeado, Dios resolvió que había llegado la hora de Melissa nacer. En la hora que Él quiso, de la manera que Él quiso y a pesar de los contratiempos y sustos, fue todo perfecto!
Priscilla Fuentes Rocha, mamá orgullosa de Melissa.
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