"¡No rehogar! ¡Coma esto crudo! "" Cocinar destruye las vitaminas! "

¿Cuántas veces usted no se encontró con consejos de que los alimentos deben ser consumidos más fresco posible? En partes, debemos estar de acuerdo en que gran parte de los alimentos consumidos fresco en realidad poseen propiedades singulares.

Indiscutiblemente, los micronutrientes presentes en los alimentos son de extrema importancia al cuerpo y deben ser aprovechados al máximo. Esto hace que no sólo los procesos del metabolismo natural del cuerpo puedan ocurrir de manera eficaz, sino que optimiza su resultado en las actividades del día a día, incluso en aspectos físicos.

Así, respecto al calor aplicado antes del consumo es, por ejemplo, el caso de las frutas en general y de las verduras. Obviamente, el proceso de calentamiento o hornada de ellas harán que se pierdan cantidades significativas de micro-nutrientes, principalmente los solubles en grasa (como las vitaminas K, E y D) e incluso las insolubles como las del complejo B. Pero, hasta qué punto vale la pena comer alimentos in natura a cambio de estos nutrientes?

El primer factor que debemos evaluar cuando hablamos de alimentos crudos o cocidos es el proceso de higienización de los mismos y el menor grado de probabilidad de cualquier tipo de contaminación en alimentos cocidos. Alimentos in natura deben tener una higiene adecuada y principalmente ser consumidos lo más rápido posible. Estos alimentos normalmente poseen una alta actividad de agua, un pH propicio para el desarrollo de bacterias y vitaminas del complejo B. Si hablamos de los peces consumidos crudos entonces, la situación se agrava aún más, ya que las bacterias prefieren proteínas a otros tipos de nutrientes.

Por otro lado, alimentos cocidos y consumidos después de la preparación, poseen menores posibilidades de contaminación por microorganismos (siempre que cocidos correctamente), por su destrucción durante el proceso de cocción.

A pesar de ello, debemos tener en cuenta que incluso en la limpieza de algunos alimentos (principalmente utilizando agua), perdimos algunos iones importantes, como el de Hierro.

Un segundo factor que debe ser evaluado es el grado de nutrientes antinutricionales presentes en algunos alimentos y que se pierden (aún bien) en la cocción, favoreciendo así una mejor absorción de los otros nutrientes en el cuerpo. Un ejemplo claro de esto es la avidina, una proteína presente en la albúmina del huevo, se ligera en la biotina y haciendo que no se absorbe debidamente en el intestino.

Un tercer y último factor es el de que el cuerpo a menudo absorbe mejor los nutrientes de algunos alimentos después de la cocción. Es el caso, por ejemplo, del Licopeno, un antioxidante importante presente en los tomates. Así, tomates cocidos o preparaciones de tomate (como salsas, acompañamientos, etc.) son mucho más eficaces en este aspecto.

conclusión:

Comer o no alimentos crudos no debe ser considerado como una regla. Más importante que eso es simplemente hacer una mezcla de las formas de preparación, variando los alimentos que pueden o no ser cocidos y consumirlos de las dos formas. Así, adecuado a una buena higiene, usted posibilita la disponibilidad de diversos nutrientes diferentes al cuerpo, favoreciendo los procesos metabólicos del cuerpo.

Artículo escrito por Marcelo Sendon

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