Las personas que sufren de insomnio tienen a menudo en el ejercicio físico la solución a este problema. Basado en esto y en estudios científicos que muestran los beneficios, vea por qué el insomnio puede ser combatido con la práctica regular de ejercicios.


Las relaciones del ejercicio físico con los más variados componentes de la salud, son muy visibles en quien practica regularmente alguna actividad. Entre uno de los factores que más llama la atención, el insomnio es uno de los problemas de salud que más se influye con la práctica de ejercicios físicos. De este modo la ciencia viene estudiando esta relación, para saber de hecho cómo la práctica de ejercicios actúa para auxiliar en la disminución de los síntomas del insomnio.

En este sentido, según Barbosa (2008):

El sueño es una asociación entre factores orgánicos y fisiológicos, que son intrínsecos al individuo, siendo un estado comportamental reversible y cíclico, que se caracteriza por la reducción o cese del contacto con el medio externo y que es iniciado y mantenido por los diversos mecanismos propios. Además, todavía pueden estar asociados al sueño factores sociales, ambientales y culturales. De esta forma, es fundamental para la salud de cualquier persona que tenga un sueño regular, reparador y constante. Sólo para tener una idea general de cómo este problema afecta la vida de miles de personas, se estima que sólo en Brasil más del 40% de la población sufre con algún grado de insomnio.

En este sentido, la práctica de ejercicios físicos regulares, aliados a una alimentación equilibrada, ha sido señalada como una de las formas más eficientes de combate al insomnio.

¿Por qué los ejercicios físicos ayudan en el combate al insomnio?

Sabiendo los efectos que el ejercicio tiene sobre la calidad del sueño de las personas, la ciencia buscó estudiar las relaciones de eso. En este sentido, Pasos (2008) realizó una investigación en la universidad federal de São Paulo (Unifesp) a fin de evaluar cómo el sueño es afectado por la práctica regular de actividades físicas. El estudio evaluó los efectos de tres modalidades diferentes de actividad física, siendo la caminata moderada en la estera, la musculación y la caminata intensa en la estera, las tres prácticas utilizadas. Estos ejercicios se realizaron de forma aguda y en intensidades diferentes. De esta encuesta participaron 36 voluntarios, con histórico de insomnio crónico primario durante nueve años y de ambos sexos.
Los resultados de este estudio demostraron que, además de aumentar en más de 37% el tiempo de sueño de los evaluados, hubo aún una reducción del 54% de la latencia durante el sueño y en el 7% de los casos el estado de ansiedad disminuyó. Otro estudio, de Almeida (2003), realizado en la misma universidad, ya había señalado que más de la mitad de la población de São Paulo presenta síntomas y quejas de insomnio crónico y que el 20% de estas personas afirman que ingerir medicamentos para conseguir dormir, siendo que las benzodiazepinas son los más consumidos, con gran ventaja sobre los demás medicamentos.

Se estima que el insomnio realmente crónico afecta del 10% al 15% de la población mundial y de éstos, entre el 2% y el 22% tienen lo que llamamos insomnio crónico primario. Las mujeres en general son las más afectadas. Diversos factores como envejecimiento, ocurrencia de enfermedades clínicas o de trastornos mentales, además de los trabajos por turno también agravan mucho el problema. El insomnio crónico trae innumerables perjuicios para el comportamiento diurno de las personas, con síntomas como la fatiga, la falta de atención, falta de concentración, mal humor, además de perjuicios a la memoria.

Guimarães y colaboradores (2007) estudiaron y evaluaron el tiempo total de sueño (TTS) además de la calidad de ésta en mujeres ancianas sedentarias con edad mínima de 60 años, que fueron sometidas a un programa regular de caminata en grupo. Estas fueron instruidas para llenar el Diario del Sueño y la Escala Visual Analógica (EVA), que son pruebas comúnmente usadas para evaluar la calidad subjetiva del sueño, antes y durante el programa de actividad física. Con el análisis de los resultados presentados, se concluye que el TTS aumentó bastante y la calidad del sueño mejoró después de la participación regular en el programa de actividad física. Estos autores afirman al final del estudio que incluso actividades simples como la caminata, mejoran considerablemente el comportamiento del sueño en personas mayores y jóvenes, pautándose en el concepto predicado por diversos autores que afirman que los ejercicios aeróbicos tienen una influencia considerable en la calidad del sueño.

Las explicaciones para estos resultados se basan en diversos factores, como la mejora de la eficiencia endocrina (hormonal) que hace que el sueño sea más fácilmente alcanzado, además de la mejora de la contracción y la relajación muscular, siendo que el último es fundamental para la calidad del sueño. Además, la fatiga causada por el ejercicio ayuda al metabolismo en general a entrar en estado de sueño.

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Hay una infinidad de otros estudios, que apunta a la mejora considerable del sueño después de la práctica de ejercicios regulares. La musculación, pocas veces apuntada en estudios, también es muy eficiente en la mejora de la calidad y en la duración del sueño, por los mismos motivos ya presentados, de la cuestión hormonal, muscular y de relajación general.

De esta forma, el ejercicio físico, sea aeróbico o resistido auxilia en mucho en la mejora de la calidad y en la duración del sueño. Es muy importante subrayar que la alimentación y el estilo de vida también son factores preponderantes para la calidad y duración del sueño, siendo la actividad física uno de los varios componentes que ejercen influencia.