¡Comencé el año 2015 maravillosamente bien! Muy feliz, marido trabajando y yo empecé mi universidad, un sueño que se realizaría después de muchos años. Mi hijo mayor en una de las mejores escuelas, el menor ya no tenía alergia a la proteína de la leche, y en una escuela muy buena también. A lo que el día 16 de abril percibí que el pequeño no estaba en su normal, somnoliento y hace algunas semanas ya había notado que él sentía falta del hermano mayor. Resolví marcar pediatra y ver si era el caso de un psicólogo. Pero decidí llevar en el pronto socorro y allí relaté lo que estaba pasando. Cuando la enfermera hizo el dextro, me dijo que él pasaría por delante y que ya nos llamaría. Pero era sólo una tos y dolor de garganta!?

Creo que Dios siempre nos mira desde arriba y él ha visto cuánto somos felices y capaces. Me eligió a dedo para ser una madre páncreas, eso mismo hacer el papel del páncreas de mi hijo menor!

La medica me miró y dijo: Su hijo tiene diabetes! ¿Como asi? Él tenía alergia a la proteína de la leche, tuve que sacarse del pecho con tres meses, daba el pecho escondido, y eso le hacía daño. Hasta un año tuvo restricción a varias cosas, tomaba fórmula especial, hicimos seguimiento, y con 1 año y 3 meses pasó a tolerar la leche. Y ahora esa de la diabetes?

Mil preguntas, y la que no salía de mi cabeza era: ¿dónde fue que me equivocó? Confieso que en el primer instante fue una cuchilla en mi pecho. Lo miró tan pequeño, y ahora restringido a comer todo lo que un niño come.

No puedo creer, pensé que esa medica es loca hablar que el niño tiene diabetes. Y viendo él, abatido, sin color, sin animo, me hacía creer que algo realmente estaba equivocado. Vino el el llanto, la desesperación y la inseguridad. Cómo aplicar insulina?

En aquel momento mi vida acabó. Los 7 días en la UTI y 5 en la habitación, un total de 12 días internados para aprender a manejar la situación. Sufrió un momento de duelo! Sí luto, algo en mí había muerto. Nos quedamos meses sin ir a festinhas y la casa de parientes, pues abracé la enfermedad de una forma exagerada. No permitía comer nada que no fuera sano.

Hoy tenemos una vida común como cualquier otro. En el caso de que se trate de una persona, tiene una vida como todos los otros niños. Tiene días que no es fácil, él reclama por las cantidades de picaduras que por día llega a ser 8 en los dedos y 6 aplicaciones de insulinas. Siendo de 14 o más cuando la diabetes resuelve ser rebelde, ella nos cansa. Mi esposo, muy presente en todo es que me revele conmigo para medir de madrugada, porque ni en la madrugada escapa de las aguadas. Tenemos una rutina muy agotadora, pero que cuando vemos bien, corriendo, jugando divirtiéndose es lo que nos da fuerzas para levantarnos todos los días y hacer todo de nuevo. Pedimos mucho que pronto venga a cura para la diabetes , pero mientras ella no llega agradezco a Dios por tener la insulina con mejor amiga, pues es ella quien nos permite tener él aquí con nosotros. Como una buena madre búho, necesito decir que mi hijo además de un tremendo guerrero es también de una dulzura tan grande, más grande, que hasta la diabetes vino a formar parte de nuestro cotidiano.

El relato de Cristiane Almeida sobre la vida de su pequeño guerrero Danilo.

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Fotos: Acervo Personal