Para mí, y para muchos, la academia no es sólo un lugar para entrenar, sino algo similar a un templo - un lugar simbólico elevado donde llevamos nuestras esperanzas, sueños y aspiraciones. Un lugar donde nos comprometemos a una cruel disciplina y desafíos continuos para perfeccionamiento personal: más cinco kilos en la barra, una repetición más, más un kilo de masa muscular, otro kilo a menos de grasa, más conocimiento sobre sí mismo, más determinación, más compromiso. Si usted toma en serio, esto es un modo de vida.

La academia es un lugar donde las pruebas nunca terminan. Nosotros luchamos para alcanzar una meta, y así que llegamos allí, otra más difícil aparece. Y así como en el reino inflexible de las matemáticas, los números nunca mienten. Si su objetivo es levantar 100 kilos en el supino, 90 o 95 no significan nada. La única respuesta correcta es 100. En la academia, aprendemos separar lo incorrecto de lo bueno, lo bueno de lo malo.

Es un lugar donde, en el intento de hacerse mejor, aprendemos autocontrol y responsabilidad. Así como en la vida, las cosas no siempre ocurren de la manera que queremos, pero en el entrenamiento buscamos el mejor camino,.

En nuestros entrenamientos y métodos, intentamos siempre descubrir la mejor manera, no hay vista gruesa o "deja para allá". Nosotros enfatizamos la práctica diaria y nos enfocamos en la tarea en manos, buscando siempre un tipo de perfección. Esto significa patear el culo de pensamientos negativos y controlar las propias voluntades.

Así como en cualquier desafío, existirán sacrificios, decepciones, frustraciones e incluso lesiones. Pero estas pruebas, si sobrevivimos, nos hacen en individuos más fuertes y mejores. Lo que aprendemos dentro de la academia nos va a preparar para las porradas de la propia vida.

Por Dave Tate