Tener un hijo es siempre una experiencia única y maravillosa, pero además de las cuestiones de creación de su hijo, hay también otras cuestiones que acaban surgiendo a causa de este drástico cambio en la vida. Una de las principales cuestiones es sobre la convivencia con el padre en la vida de un niño y también con la madre cuando la pareja no está junto.

Muchas dudas surgen sobre la guardia, sobre quién debe quedarse más tiempo con el niño, sobre quién debe tomar las decisiones, entre tantas otras cosas. Al pensar en la convivêncicon el padre por parte de un niño, necesitamos entender cosas que van más allá de esas cuestiones, como la importancia de esa figura en su formación psicológica, por ejemplo.

La Importancia del Padre en la Formación de un Niño

Para que un niño crezca con una buena salud emocional, logrando lidiar bien con las diversas situaciones que la vida le impone, es de extrema importancia que haya la figura de la madre y también la del padre siempre presente. Es claro que no siempre es posible, por diversos motivos, pero cuando es, los dos necesitan estar presentes ejerciendo sus papeles.

Esto debe estar bien claro para la madre y también para el padre, es decir, necesita partir de ellos la conciencia de que es necesario estar cerca del hijo y el apoyo emocionalmente en todas las ocasiones, además de ser una figura que ofrece confort y seguridad para aquella vida que aún está en formación.

La parte psicológica de la no convivencia con un padre durante la infancia puede y debe ser trabajada durante el crecimiento de un niño, pero eso debe ser hecho sólo en casos en que no hay ninguna posibilidad de uno de los dos estar presente en la vida del hijo.

El hecho de ausente puede generar consecuencias en la formación psicológica niño no sólo a corto, sino también a largo plazo. Diversos estudios apuntan que la participación activa del padre influye en la seguridad que el niño tiene en sí misma de intentar cosas nuevas.

La no participación de una figura masculina en esas ocasiones puede generar disturbios psicológicos y cognitivos en el futuro, pues afectan directamente en la formación psicológicala del niño, además de generar diversos traumas a lo largo de la vida.

Guardia compartida con el Padre

La ley de la guarda compartida (13.058 / 2014) en vigencia desde 2014, regula muchas cosas en lo que se refiere a la convivencia de padres separados o divorciados con su hijo o hija.

La guardia compartida, al contrario de lo que muchos piensan, no significa pasar la mitad del tiempo con el padre y otra mitad con la madre, sino que todas las decisiones importantes que involucran al niño como su educación, los tratamientos médicos por los cuales puede ser sometida e incluso la forma en que debe ser educada, deben ser decididas en común acuerdo por la pareja.

En la práctica, esto significa que tanto la convivencia con la madre como la convivencia con el padre deben tener el mismo peso en la vida del niño, o sea, no es sólo el tiempo en que cada uno se queda con el hijo, sino también la forma como cada uno se queda junto con el niño.

Cómo funciona la guardia compartida?

Este es el régimen ideal para parejas que no tienen una relación amorosa, pues el niño tiene las dos figuras muy cerca de sí todo el tiempo. Por más turbulenta o mal que sea la relación del padre y de la madre, es necesario pensar en el bienestar del hijo, o sea, en cómo el niño puede ser perjudicado si uno intenta impedir al otro de tener una buena convivencia con el hijo.

Es precisamente por eso que, en casos judiciales en los que se decide la custodia compartida, el bienestar del niño es la prioridad. Se entiende que es más sano para un niño tener sólo una casa, es decir, vivir sólo con uno de los padres, pero poder tener visitas regulares del otro.

Si la pareja no llega a un acuerdo, un juez decidirá cuál es el mejor camino a tomar para que los dos convivan con el niño. Sin embargo, el peso de las decisiones tomadas en cuestiones que involucran al hijo debe ser el mismo para los dos lados.

La Voluntad del Niño

Cuando hablamos de convivencia con el padre o con la madre, necesitamos pensar en la voluntad del niño de quedarse con uno o con el otro. Es natural que en esos casos ella acabe apegándose más al adulto con que ella se quede más tiempo, o sea, con quien ella vive la mayor parte del tiempo.

Pero eso no significa que no querrá quedarse con el otro, por el contrario, muchas veces la voluntad del niño de conocer nuevas cosas comienza por la casa del padre. En la mayoría de los casos, un niño no tiene el poder de decidir con quién debe vivir ni cuánto tiempo va a pasar con cada uno de los padres y mucho menos cuál es el peso que la opinión de cada uno de ellos tendrá sobre su formación, pero, es siempre importante oír la voluntad del niño sobre donde ella prefiere estar en cada momento.

Esto puede ser tomado en consideración por un juez en algunos casos, principalmente cuando es difícil entrar en un consenso. Si existe un caso en que el niño no quiere quedarse con uno de los padres, es necesario investigar cuál es el motivo de que no quiera estar junto a esa persona.

Pero, hasta que haya pruebas mostrando que la convivencia con el padre o con la madre está perjudicando al niño de alguna forma, la guardia sigue vigorando igualmente.

Cuando pensamos en tener un hijo, nunca nos viene a la cabeza cosas como el divorcio, separación y disputas judiciales, pero es necesario saber que eso es una realidad para muchas personas. Y por más que esto pueda afectar a una pareja emocionalmente, es importante que el niño crezca en un ambiente amistoso en que el padre y la madre le proporcionen cariño, seguridad, respeto y todo lo que un niño necesita para crecer bien.

Así, tanto el papel de la figura materna como el de la figura parte logran cumplir sus partes en la formación de un individuo sin dejar de lado la propia vida.

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Foto: aaandrea